Los sistemas de aire acondicionado desempeñan un papel fundamental a la hora de proporcionar un clima interior agradable. Famosos por su capacidad para refrigerar y deshumidificar espacios cálidos, los aparatos de aire acondicionado son un elemento básico en viviendas, comercios, hostelería, hoteles y oficinas. La selección correcta del producto es esencial para satisfacer a los usuarios finales y ofrecer sistemas que no supongan un coste excesivo en términos de funcionamiento o impacto medioambiental. Sin embargo, la decisión sobre el producto puede verse comprometida cuando el coste de instalación se convierte en el factor decisivo, anteponiendo el precio al rendimiento.
En este artículo se analizan los diferentes tipos de sistemas de aire acondicionado disponibles, las consideraciones sobre los sistemas, los riesgos de anteponer el precio al rendimiento, el impacto de los datos deficientes sobre los productos y cómo identificar los productos de alto rendimiento.
Los sistemas de aire acondicionado (AC) están diseñados para mantener y controlar la temperatura y la humedad del aire dentro de un espacio, con el fin de que las personas que se encuentran en él se sientan cómodas. Aunque se utilizan principalmente para refrigerar y deshumidificar, algunas unidades de aire acondicionado también pueden ofrecer funciones como la purificación del aire, la ventilación o la calefacción adicional. El control de la temperatura es bajo demanda y estacional, con sistemas diseñados para compensar las cargas térmicas de menor densidad (por ejemplo, el calor generado por las personas, los aparatos electrónicos, la iluminación, etc.), normalmente cuando los edificios están ocupados.
Los aparatos de aire acondicionado se presentan en una amplia gama de unidades diferentes y pueden ser con conductos o sin conductos. Los tipos de unidades incluyen:
Los sistemas de aire acondicionado suelen utilizar un ciclo de compresión de vapor, impulsado por un compresor eléctrico. Los dos tipos más comunes de compresores son los de «velocidad fija» y los de «velocidad variable» (inversor). En los aires acondicionados convencionales de «velocidad fija», el compresor está encendido y funciona al 100 % de su capacidad o está apagado. En el tipo de velocidad variable, un inversor cambia la velocidad del motor del compresor, adaptando la oferta a la demanda. De este modo se consiguen las condiciones de temperatura deseadas de la forma más económica, ya que el compresor modula su capacidad y no se ve obligado a funcionar siempre al 100 % de su velocidad.
A la hora de adquirir un sistema de aire acondicionado, es necesario encontrar el equilibrio entre el confort, el rendimiento, la eficiencia y el valor a largo plazo. Hay que tener en cuenta lo siguiente:
1) Tipo de unidad: ¿Qué tipo de unidad es la más adecuada para el proyecto: con conductos o sin conductos, split o multisplit, bomba de calor, etc.?
2) Capacidad de refrigeración: medida en kW o BTU, la unidad debe tener el tamaño adecuado para el espacio.
3) Eficiencia energética: las unidades más eficientes reducen la factura eléctrica y el impacto medioambiental.
4) Niveles de ruido: el ruido de las unidades interiores y exteriores es importante para el confort, especialmente en dormitorios o zonas tranquilas.
5) Calidad del aire interior (IAQ): ¿desea una unidad con funciones adicionales como purificación o humidificación del aire? ¿Qué nivel de filtración ofrece la unidad?
6) Mantenimiento: ¿Es fácil de mantener? ¿Con qué frecuencia hay que cambiar los filtros? ¿Hay servicio técnico disponible? ¿Cuánto dura la garantía?
7) Opciones de control: ¿Incluye funciones como control remoto, temporizadores programables o control por smartphone/Wi-Fi para mejorar la usabilidad y la eficiencia? ¿Se puede integrar con un sistema domótico inteligente?
8) Rendimiento certificado: ¿El sistema cuenta con datos de rendimiento verificados de forma independiente e imparcial, o todos los datos de rendimiento son autodeclarados por el fabricante?
9) Impacto medioambiental: ¿La unidad utiliza un refrigerante con bajo potencial de calentamiento global (PCG) para reducir el impacto medioambiental?
10) Presupuesto y coste total de propiedad: Se deben tener en cuenta el precio de compra, el coste de instalación, los costes de funcionamiento y el mantenimiento.
Por lo tanto, es fundamental que los profesionales de la climatización y sus clientes puedan tomar decisiones informadas, basadas en el coste y el rendimiento del producto.
Cuando el precio del producto es prioritario, el responsable de la decisión corre el riesgo de:
Las unidades más baratas suelen tener índices de eficiencia energética más bajos y compresores de velocidad fija. Esto puede dar lugar a:
Las unidades de aire acondicionado económicas pueden tener dificultades para:
Esto puede dar lugar a puntos calientes o fríos, aire húmedo y un funcionamiento ruidoso, lo que reduce el confort.
Los aires acondicionados económicos pueden tener dificultades para alcanzar las temperaturas requeridas y, por lo tanto, pueden sufrir un desgaste prematuro. Esto aumenta la probabilidad de que se produzcan averías en los componentes debido a una carga de trabajo excesiva.
Las unidades de bajo coste también pueden fabricarse con materiales de menor calidad y tener piezas menos fiables, lo que repercute en la vida útil y la longevidad del producto.
Un sistema económico puede carecer de una asistencia sólida por parte del fabricante o de garantías más largas. Con el tiempo, los costes de reparación pueden superar fácilmente el ahorro inicial.
Las opciones centradas en el coste pueden no ser compatibles con:
Las unidades de mayor rendimiento y eficiencia energética suelen poder acogerse a una serie de incentivos, como subvenciones gubernamentales o incentivos de las empresas de servicios públicos. Los modelos más baratos pueden no poder acogerse a ellos, lo que reduce la ventaja del coste total.
En resumen, elegir una unidad de aire acondicionado de bajo coste puede parecer económico a primera vista, pero a menudo conlleva facturas de energía más elevadas, incomodidad, problemas de fiabilidad y una sustitución prematura. Para obtener un valor a largo plazo, una selección centrada en el rendimiento, basada en datos precisos del fabricante, suele ofrecer un mayor confort, eficiencia y retorno de la inversión.
Aunque este artículo hace hincapié en que las decisiones de compra no deben basarse únicamente en el presupuesto, los datos de rendimiento del fabricante deben ser correctos para tomar buenas decisiones sobre los productos. Si no lo son, es posible que el rendimiento real de la unidad de aire acondicionado no cumpla con las especificaciones del fabricante. Esto puede tener un impacto similar al de elegir una opción económica.
Cuando los productos se seleccionan basándose en datos inexactos, pueden surgir muchos problemas. Entre las consecuencias se incluyen:
Todo ello se traduce en clientes insatisfechos. Por lo tanto, es esencial utilizar datos precisos y verificados por el fabricante.
¿Cómo saber si los datos de un producto son precisos? Una estrategia clave es elegir productos que hayan sido sometidos a pruebas independientes y rigurosas por un tercero imparcial. Aquí es donde la certificación Eurovent desempeña un papel crucial.
El programa Eurovent Certified Performance para aires acondicionados certifica la conformidad de las unidades de aire acondicionado con las normas europeas y verifica los datos del fabricante para garantizar que los productos funcionan según lo anunciado. Todos los productos del programa se someten exactamente al mismo proceso, lo que garantiza que los datos precisos de los fabricantes competidores puedan compararse directamente en una serie de características certificadas. Esto es fundamental para seleccionar productos y dimensionar sistemas. Con la eficiencia energética demostrada, los responsables de la toma de decisiones pueden elegir los productos con conocimiento de causa, teniendo en cuenta una serie de factores, entre ellos si el coste de instalación ofrece un valor real a lo largo del ciclo de vida del producto.
Dar prioridad al precio de instalación del aire acondicionado frente al rendimiento y la eficiencia energética del producto puede tener consecuencias importantes a largo plazo para los profesionales de la climatización, los usuarios finales y el medio ambiente. Lo mismo ocurre con la elección de productos sin datos de rendimiento verificados de forma independiente. Aunque un coste inicial más bajo puede parecer atractivo, a menudo conlleva facturas de energía más elevadas, menor confort, problemas de mantenimiento más frecuentes y una vida útil más corta del sistema. Para los profesionales, recomendar sistemas de baja calidad puede dañar su reputación, provocar la insatisfacción de los clientes y dar lugar a costosas llamadas de servicio. Por el contrario, invertir en sistemas certificados, de alto rendimiento y eficientes desde el punto de vista energético suele garantizar un funcionamiento fiable, el cumplimiento de la normativa y un menor coste total de propiedad.
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